Gigantes de la cordillera
Hombres, mundos, naciones.
recoged latidos de quebranto
en sus corazones,
porque empuño el alma cuando canto.
Cantando me defiendo
y defiendo mi pueblo cuando en el imprimen
su herradura de polvora y estruendo
los barbaros del crimen.
Caravanas de cuerpos abatidos,
no hay espacio para tanta muerte.
Un porvenir de polvo se avecina,
sera la tierra un inmenso corazon desolado
si no quebramos los colmillos iracundos.
A pesar de la muerte , estos varones
con metal y relampagos igual que los escudos,
hacen retroceder a los cañones acobardados,
temblorosos, mudos.
El polvo no los pùede y hacen del polvo fuego,
savia, explosion, verdura repentina,
con su poder de abril apasionado
precipitan el alma en el espliego.
Ellos haran de cada ruina un prado,
de cada pena un fruto de alegria.
Quedaran en el tiempo vencedores,
siempre de sol y majestad cubiertos,
los guerreros de huesos tan gallardos,
que si son muertos son gallardos muertos
que a la patria salvaran,
aunque tuviera que combatir con un fusil de nardos
y una espada de cera.
Miguel Hernandez
Mario Benedetti
Versainograma a Santo Domingo
Perdonen si les digo unas locuras
En esta dulce tarde de febrero
Y si se va mi corazón cantando
Hacia Santo Domingo, compañeros.
Vamos a recordar lo que ha pasado allí
Desde que Don Cristóbal, el marinero
Puso los pies y descubrió la isla
Que mejor no la hubiese descubierto
Porque ha sufrido tanto desde entonces
Que parece que el diablo y no Jesús
Se entendió con Colón en ese aspecto
Esos conquistadores españoles
Que llegaron desde España, por supuesto
Buscando oro y lo buscaron tanto
Como si les sirviese de alimento
Enarbolando a Cristo con su cruz
Los garrotazos fueron argumentos tan poderosos
Que los indios vivos se convirtieron pronto
En dominicanos muertos
Aunque hace siglos de esta historia amarga
Por amarga y por vieja se las cuento
Porque las cosas no se aclaran nunca
Con el olvido ni con el silencio.
Y hay tanta inquietud sin comentario
En la América hirsuta que me dieron
Que si hasta los poetas nos callamos
No hablan los otros porque tienen miedo.
Ya se sabe en un día declaramos
La independencia azul de nuestros pueblos.
Una por una, América Latina
Se desgranó como un racimo negro
De nacionalidades diminutas
Con mucha flecha y con poco dinero.
Andamos con orgullo y sin zapatos
Y nos creemos todos caballeros.
Cuando tuvimos pantalones largos
Co escogimos pésimos gobiernos:
(rivalizamos mucho en este asunto,
Santo Domingo se sacó los premios).
En esta variedad un tanto triste
Tuvieron a Trujillo sempiterno
Que gracias a un balazo se enfermó
Después de cuarenta años de gobierno.
Podríamos decir de este Trujillo
(a juzgar por las cosas que sabemos)
Que fue el hombre más malo de este mundo
Si no existiera Jhonson, por supuesto.
Sabremos quien ha sido más malvado
Cuando los dos estén en el infierno.
Cuando murió Trujillo respiró
Aquella patria de tormentos
Y en una escalofrío de esperanzas
Subió la luna sobre el sufrimiento.
Corre por los caminos la noticia:
Santo Domingo sale del infierno
Por fin elige un presidente puro:
Juan Bosch que regresa del destierro
Pero no les conviene un hombre honrado
Ni a los gorilas ni a los usureros.
Decretaron un golpe en Nueva York:
Le echan abajo con cualquier pretexto.
Lo destierran con su constitución,
Instalan a cualquier sepulturero
En el tronco del mando y del castigo.
Y los verdugos vuelven a sus puestos
"La democracia representativa ha sido
restaurada en este pueblo"
Dijo El Mercurio en su "editorial"
Escrito en la Embajada que sabemos.
Pero esta vez las cosas no marcharon,
Y de modo interesado aunque severo
A norteamericanos y gorilas
Le salieron los tornillos en el queso,
Y con voz de fusibles en la calle
Salió a cantar el corazón del pueblo.
Santo Domingo con su pueblo armado
Sonó la inspiración de los violentos:
Tomó ciudades, campos y en el puente,
Con el pecho desnudo y descubierto,
Aplastó tanques, desafió cañones.
Y corría impetuoso como el viento
Hacia la libertad y la victoria
Cuando el texano Jhonson, el funesto
Con la sangre de muchos en las manos,
Hizo desembarcar los marineros.
Cuarenta y cinco mil hijos de perra,
Bajaron con sus armas y sus cuentos,
Con ametralladoras y cuchillos
Con objetivos claros y concretos:
"Poner en libertad a los ladrones,
Y a los demás hay que meterlos presos".
Y allí están disparando cada día
Contra dominicanos indefensos
Como en Vietnam el asesino es fuerte,
Pero a la larga vencerán los pueblos.
La moraleja de este cuento amargo
Se las voy a decir en un momento
(no se lo vayan a contar a nadie:
Soy pacifista por fuera y por dentro)
Ahí va:
Me gusta en Nueva York el yanqui vivo
Y sus lindas muchachas, por supuesto,
Pero en Santo Domingo y en Vietnam
Prefiero norteamericanos muertos.
Pablo Neruda
Canto a Santo Domingo vertical
Ciudad que ha sido armada para ganar la gloria,
Santo Domingo, digna fortaleza del alba,
Hoy moran en mi alma todas las alegrías
Al presenciar tus calles con movidas y claras,
El rostro erguido y bronca la voz de tu trinchera:
¡Yanqui, vuelve a tu casa!
Sé ara que engullirte como sardina rondan
Treinta y seis tiburones en tu ardiente ensenada,
Celosos de los hombres que construyen la vida
Y nunca se arrodillan en sus grandes batallas.
Y tú estarás de pie, diciendo al enemigo:
¡Yanqui, vuelve a tu casa!
El cinturón de fuego que tu vientre comprime
Puede volver cenizas la vastedad del mapa.
Pero quiere decirte, guardiana de mis sueños,
Que todos los infiernos y sus hombres se apagan
En el océano inmenso de los pueblos que gritan:
¡Yanqui, vuelve a tu casa!
Quiero que sepas hoy que temo más que nunca,
Corazón de la vida que prefiere la Patria.
Que a todos los amores sembrados en el mundo
Quito una flor y es poco para cantar tu hazaña.
¡Yanqui, vuelve a tu casa!
Tú estarás para siempre dibujada en mi pecho
De marinero en ruta tras la estrella del alba.
Tu voz será la música de mis noches de fiesta.
Y cuando en algún sitio la luna este apagada,
Desplegando mis velas repetiré contigo:
¡Yanqui, vuelve a tu casa!
¡Vuelve a tu casa yanqui! Santo Domingo tiene
más ganas de morirse que de verse a tus plantas.
Y si violas sus calles combatientes y puras
La tendrás en cenizas, pero nunca entregada.
En medio del silencio de la ciudad Hundida
Gritaran los escombros. Yanqui vuelve a tu casa!
Abelardo Vicioso